Hace meses que mi orquídea no daba flores. Estaba apagada. Se negaba a dar sus frutos. Le cambié las virutas, le cambié de sitio. Ojo, no soy ninguna especialista en plantas. Mis conocimientos se limitaban a los consejos que se exponían en redes sociales. Probé mil maneras y nada, sin resultado.
Al final, después de muchos intentos me rendí y llamé a un especialista en este tipo de plantas. Ha venido, la ha mirado y me ha dicho: “Tiene un problema. Hay que nutrirla, cambiar de lugar, y darla estos tratamientos».
Mientras le veía tratando a mí orquídea con tanta delicadeza, pensé cómo tantas veces nos empeñamos en arreglar las cosa y no podemos. Por más que lo intentamos no sabemos, porque lo que ocurre no está fuera sino dentro. ¡Y qué complicado es mirar en nuestro interior!
Más fácil es buscar fuera o pensar que la avería o la culpa es del otro. Pero no, casi siempre lo llevamos dentro y, para ello, tenemos que dejar que nuestro Ser nos desmonte, entre en nuestro interior y repare lo que se ha estropeado.
Pensamos que rendirnos a la merced de dios es de cobardes, que tenemos que poder con todo, y esto no es real. Él se ha encarnado para poder ayudarte desde tu vida. Para que ya nada sea teoría sino vivencia. Si algo no florece en tu vida no culpes a los demás. Quizá es el momento para que mires adentro y te enfrentes a tus carencias, dándoles su lugar.
Ahora entrega a tu Ángel de la guarda todo lo que no te funciona. No mires fuera de ti, sino mira en tu interior, y pídele que te regale su paz. Seguro que lo hace.Confía.